que me traes recuerdos
a hurtadillas,
tomando prestados mis ánimos.
Cegado por ilusiones valdías
de que al recobrar la conciencia
me encuentre en aquel lugar
como hace un año
cuando por primera vez
olí tu perfume.
El perfume que ahora
pertenece a la distancia
que se deshoja en ansias
de mirarte a los ojos.
De pedirte que
no te marches
y de sobrevivir a tu lado.
Ya en mi tablero
no quedan fichas.
Una hoja marchita
cae del árbol
que promete florecer.
Arden mis manos
queriendo abrazarte,
cerciorarme de que es real
de que aquí estás.
Pero me susurran al oído
que despierte,
que ya no sueñe.
Soñaré
hasta reencontrar
tu perfume.
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